31.12.06

El día de las narices

Tras años de supeditación a la costumbre y tradición, se abre la posibilidad escondida de hacer normal la irrealidad. No quiero, sin embargo, descuidar lo que nos hace sencillamente divertidos, pues la crítica antinavideña ya la hice antaño.

Mi hermano todos los fines de año me recuerda que es el día de las narices y el de los orejones. Tantos días del año quedan, tantas narices y tantas orejas. Supongo que no me cansaré nunca de oirle decir eso, señal de que sigue tan feliz como desde el primer momento en que lo conocí.


Cuando uno deja de hacerse cruces por todos y tachadas en los escritos o borrones en las cuentas se llega a la conclusión que está empezando a descansar, que se ha quitado algo pesado. Sólo ligera, según Celaya. No quisiera alargarme en este último escrito dosmilseisero...


Quisiera dejaros una última poesía del camarada Maquinista la cual publico sin su permiso, espero que no se me enfade. Que disfruten el día de las narices con mucho cariño, porque siempre hay alguien que te recuerda por qué vives el primero, los trescientos y pico días o el último día del año...

La vida me trajo a ti:

Qué bien que superase
las desilusiones,
¡Cómo celebro ahora
los adioses y los noes!
y me asombro al sentir
que los sinsabores de ayer
los recuerdo casi como leche y miel
y me río de mí
porque lo conseguí,
la vida me trajo a ti.