16.3.10

Extractos de libros (1a parte)

Para volver a darle vida a Mancondo existes voy a recortar algunos textos de libros fundamentales para literatura (o eso quisiera yo) que inviten a leer, a recordar o a imaginar. Bienvenidos de nuevo...

Aprendí aquel poema de memoria:

Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho,
[un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un
[poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de
[relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.
Pero que den paso a los que hacen los mundos y los
[sueños,

Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más
[borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

Me acompañó mucho tiempo, aunque yo pensaba que en el poema faltaba algo. Los no normales serían «los que hacen los mundos y los sueños, las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan». Pero mi padre no era Beethoven,ni mi madre, ni yo mismo. No quedaba sitio en esos versos para los no normales que simplemente no teníamosuna vida común y corriente, para los que mirábamos a las familias normales y pensábamos que nosotros nunca iríamos los cuatro por el mundo como si tal cosa.

Belén Gopegui, El padre de Blancanieves. Editorial Anagrama (2007)

1.10.09

D'ençà que vas marxar




D'ençà que vas marxar les teulades aguanten les pluges que deixares.
I els camins dels bojos ressegueixen els deliris que marcares.
Ja no hi ha petjades, ni més entenedores són les seves cares.

No vas prometre tornar i no hi ha ombra ni sol.
No hi ha poesia llegida que argumenti el consol.
No vas prometre tornar i aquí et presentes quan vols.

D'ençà que vas marxar cauen ganivetades,
així com la pluja que aguanten les teulades.
Ja no hi ha dolor, però sí és terrible l’esllavissada.

16.6.09

Per la meva amiga Anna

No es que ens agradrés los Planetas, ens agradava la cançó! T'enyoru molt!


12.6.09

La otra Historia

Este nuevo cuento va para todos los que me leéis y que algún día se os cruzó una espina en el corazón y os bajáiste casi llorando del autobús creyendo que existía Macondo en la fantasía de un mundo que ya no gira alrededor de la ilusión.

Fue en las escaleras donde te vi por última vez, en esas escaleras que odiabas por ser grises, estrechas y largas de alcanzar. Tenías veintinueve años, sólo veintinueve. Y allí me dejaste con un libro repleto de lecturas ajenas y la palabra Historia en tu boca.

Dicen que enfermé de pasiones, que escapé de la tortura que representó tener un amor que iba en moto por Barcelona aferrado a los sueños de otros. Dicen que tuve cáncer al tragar pastillas de caramelo sin azúcar que provocan insomnio agudo si no las tomas de acuerdo con tu razón y tu ciencia, que sangré dos veces lo que sangra un niño por la nariz, que me emborraché de ti, sólo de ti y logré hablarle a los osos de las estrellas.

Murió de pena, de pena ¿sabes? El sentido de la responsabilidad se murió de pena, porque no existe eso que llaman libertad. Así fue como te marchaste y pasaste a otra Historia, porque la importancia del vivir en algo que te atrapa es como perderse en la ciénaga de Macondo y tú en las escaleras me lo hiciste enteder.

No escribas esto, me dijiste, no lo escribas en tus recuerdos. Sal y atrapa el viento de aquel norte que perdiste en tu infancia. Loca no fue tu descripción pero en algo se aproximaba. Y así empezó el fin de nuestro amor, con el abandono, que fue más amor en su final que en su comienzo, porque fue un hasta luego corazón.

Y te pitaron los oídos de la desazón y lloraste mucho por mí, o por ti, o por nadie. Pero lloraste. ¿Te acuerdas del hombre-pan que tenía chocolates en sus piernas?En tu mejilla aparecía el rojo color carne que odiaban los estúpidos entendidos del gusto. ¿Te acuerdas de cómo se sonreía? No. Por eso en las escaleras dijiste acabaremos por fin en otra Historia.

Ya no sentí más amor por ti, sólo abandono, abandono. Y pienso en la hija que no he tenido, que tiene veintinueve años y lee a Babeuf y piensa que la justicia es para los imbéciles.

La determinación de tu sombra no sigue aquí en mi mente, lo que sigue es el ruido de las nueces que se tocan, el olor a pescado y lejía en mis manos. Tu pelo, tus ojos, tu aire, esa fue mi otra Historia. La que siempre no se olvida, ni se paga, ni se inventa, sólo se escribe.

18.5.09

Benedetti












Para alguien que ya residió en este blog en su comienzo, al que jamás podré despedir pero sí recordar. Gracias Mario, por escribir poesías como ésta:

Hagamos un trato

Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo

(de una canción de Carlos Puebla)

Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo

si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo

si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo

pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo

Mario Benedetti

Dentro de Poemas de otros (1974)

21.4.09

A los que se quedaron conmigo


A ti, que nunca me dejaste atrás,

Los años de infortunio, los terribles desayunos con azúcares mundanos, el atardecer sin un ápice de lluvia. ¿Esperabas escribir un regreso? Jamás.-habías dicho y todos te creímos. Hasta el más tonto se podía haber creído semejante estupidez. Pero ¿y qué?

Condenamos a las gentes que nos abandonan sin remedio, que un día giran la espalda y siguen durmiendo tranquilos. Y encima los añoramos, porque echamos de menos el ruido que hacían con la boca o aquel trozo de mirada que te agudizaba los sentimientos. O las frases de: ¡no te escapes! Y sin embargo, fueron ellos que no quisieron verte más.

Sí. Tristeza es lo que abunda en estos parajes de insomnio inpenetrable. Cuando tú duermes, alguien debe pensar en ti dormido. Aunque qué más da si estás dormido y sueñas que alguien piensa en ti durmiendo. Eso no justifica que se marcharan, que te marcharas.

Siempre los condenamos porque los quisimos mucho. Y nadie retroalimenta tanto como el que te dejó en la estacada por el simple hecho de verte en la estacada. Debe ser agotador perseguir al que te persigue y rondar las noches sin luz con una linterna apagada.

Porque quiero decir lo que digo... A los que se quedaron conmigo...Porque digo lo que digo si en el rumbo de la vida estamos con ese jamás que nos prometieron y... sin embargo... el ¡no te escapes! se convirtió en olvido.

24.3.09

No se puede existir sin leer a Flaubert...


No cabe más duda, debo rendir culto a Gustave, porque los cuentos no fueron nada comparado con su Madame Bovary...

...los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.


Seguiremos tocando melodías para hacer bailar a los osos, aunque nuestro destino hayan sido las estrellas...

16.2.09

Para la luna fundida



Que nos guie un poco a todos...

13.1.09

Ley de continuidad original


Un hombre sorbe el café helado que le han servido hace media hora. Sin darse cuenta ha empezado a llorar y según le preguntan dice que le ha abandonado la dulce Fortuna. Los clientes del Bar no entienden nada. Sigue hablando de Artemisa y de aquellos Dioses que fundaron Templos y de los que hoy apenas quedan ruinas olvidadas. Después ese mismo hombre se vuelve un loco de remate.

Dicen que tiene quarenta y cinco años, que se ha pasado más de veinte años luchando por causas perdidas. Que jamás nadie le ha amado. O que la luz de sus ojos no es natural. Toma café frío para devolverle el calor a esos labios rojos.

Un día entra y pide un gintonic. Susurra en latín, como bien hacía su amigo Buendía, o eso dice él. Repite Sit Tibi Terra Levis y luego calla. Ahora combina los gintonic con los cafés enfríados por el tiempo que pasa mirando por la ventana.

La siguiente semana entra gritando NECIOS, NECIOS, NO HABÉIS ENTENDIDO NADA. Pero ya nadie le escucha, nadie le ve, ni le observa. Excepto yo, que escribo está crónica para mí y para los míos. Se sienta y canta algo parecido a un tango. Entonces descubre mi posición y me mira.

Sólo necesita dos segundos para venir a mi mesa y sentarse frente a mí. Coge una servilleta y escribe ley de continuidad original. Me lo entrega. Yo le miró y él me sonríe. Dice: tú tampoco entendiste nada. Hay algo que falta, algo que falta.-repite sin parar.-eso que falta es parte de la inagotabilidad del Tiempo y del Espacio. Somos, existimos y fíjate, acabamos siendo nada, precisamente, NADA. Y que miedo me dio cuando dijo el último Nada, porque en sus ojos se abrieron paso las tinieblas.

Volví al Bar, pero el hombre ya no apareció más. A mi alrededor todos bebían, hablaban de banalidades y las asperazas se secaban al sol de sus rostros. Yo llevaba aquella servilleta rídicula, la de la ley de continuidad original. Entonces empecé a escribir sobre ella. Inventé su significado hasta que llevé más de cien páginas. Se lo entregué a mi editor y me lo lanzó a la cara al día siguiente. Dijo: esto no es nada. Y yo le contesté: tú tampoco entendiste nada y empecé a murmurar en latín y a tomar café helados en un bar, dónde alguien escribía una crónica sobre mí.

19.12.08

Historia del abandono


Te conocí el día en que ibas a dejar a tu amante. Le ibas a decir que no querías más ojos azules, ni un chico rubio, ni una moto en la que subirte detrás. Le estabas amando con los días contados hacia atrás: quatro, tres, dos, uno y ya. No hubo más.

Yo me dirigí a ti con una sonrisa, te dije ¿qué tal?¿Te sentó bien el verano? Pero tú no me recordabas e hiciste una mueca con la boca. Mientras subías las escaleras de clase murmurabas palabras de enfado y decepción hasta que llegaste al segundo piso, donde daban las clases, allí te paraste para esperarme. Yo sabía tu respuesta no, no quiero tus condolencias.

No pensaba dártelas. Al cabo de un mes ya tenías otro amante: de ojos azules y mirada perdida como a ti te gustaba. Era rubio y tenía una moto para que tú fueras detrás. Y cuando yo te observaba al pasar me decías es mejor que cualquier otro.

Y no lo era. Era igual que todos, que los de tu imaginación o como aquellos que no conociste. Todos eran de igual modo y todos acaban de igual manera no estoy hecha para amar.

Años más tarde, cuando ya todos trabajábamos, te encontré en un pasillo del metro. Aquella visión de tenerte delante, apunto de cruzarte conmigo, me recordó el pequeño vacío de existencia que me provocabas en la Universidad. Yo no era rubio, ni tenía ojos azules y odiaba las motos.

Cuando al fin nos cruzamos miraste al suelo. Ya no eras aquella chica triste, pero seguías murmurando. Y entonces lo oí, sin que te dieras cuenta, aquella palabra que me quedó en mi consciencia, hasta hoy que te escribo para liberarme de tus cuentas.

No sé porqué lo dijiste, pero entonces te entendí. Tu Historia fue el abandono.


24.11.08

El devenir de las cosas


Hace tiempo miraba detrás de las ventanillas de los coches para recuperar aquellos objetos que la gente olvidaba en los asientos. Los habían abandonado allí, como piltrafa inmunda, como si fueran olvidos consecuentes y estudiados. Y lo cierto era que simplemente restaban en la ignorancia.

A veces, uno se ha sentido así. Como desplazado del mundo, ignorado, olvidado.

No fue la corriente las que nos condujo a seguir lo que se imponía en esta sociedad mentirosa.

Allí, debajo de los tupidos velos invisibles de aquellos días que no quieren amanecer, están las personas que se negaron a convivir con el perdón y con la rabia, con la ejecución y la condena. Por alguna razón, ni Platón les dejó sitio en su República.

Se han callado durante mucho tiempo... Han restado en el asiento trasero durante mucho tiempo...

Es hora de despertar.

7.10.08

El hombre-ilusión
























<...el tiempo tremendo invento sabandija...> A.C.

Hubo una vez alguien que no tuvo nombre, pero que lo apellidaban Márquez. Aquel hombre nació sin recuerdos y por eso olvidaba todo lo que le sucedía. Pensaréis que es rídiculo vivir así, pero Márquez se alegraba, puesto que en cada ocasión, en cada pregunta, en cada mirada o en cada conversación él era una persona diferente. Había sido alcalde, cazador, se había casado tres veces, había tenido ocho hijos de los que sólo sobrevió uno. Hubo un tiempo que era boxeador profesional y otras veces periodista, abogado, cantante frustrado o simplemente telegrafista. Todos pensaban que estaba loco e interactuaban con él asegurando que estaba loco.


Márquez trabajó durante un tiempo en el puerto. Cargaba miles de cajas de pescado llevandólas en la espalda, cargandólas con las manos, arrastrándolas con los pies. Poco a poco su conciencia pasó a no existir y dejó de inventarse profesiones y cuando la gente le pregunta Márquez qué trabajo tienes, él sólo contestaba ya no me acuerdo. Los olvidos se hicieron más profundos y el hombre que había sido, risueño, hablador, se convirtió en una especie de neblina que lo hacía desaparecer de la vida de todos.

El día de la fiesta de la Salud, todo el mundo se preguntó dónde se había ido Márquez. Se creía que había desaparecido hacía ocho semanas, pero no se le había dado importancia. Empezaron a buscarle, en el puerto, en la comisaría, en los bares de siempre... Se había marchado, decían.

Tres meses después de su búsqueda, Márquez apareció abrazado al mastil de un velero abandonado. Todo el mundo pensó que se había vuelto loco de remate y que murió pensando que era de verdad un capitán de barco. Todos ríeron y no le celebraron ningún funeral. Y todo siguió igual...
...o peor.

19.9.08

Del hoy hasta el ayer

Historia.

No sé hasta qué punto tenía juicio cuando empecé a cursarla. Una carrera del ayer para ningún futuro prometedor.

Allí, a las 06.35, bebía cafés con leche. El Vinyes era enternecedor cuando hablaba. Y aún no tenía sueños, ni ilusiones, ni nada. ¿Porqué lo recuerdo como si hiciera tanto tiempo?

Allí, hace años, dejé a algunos amigos, conocidos, carteles pegados por mis manos, dejé la vespa negra aparcada en la biblioteca, dejé las conversaciones de anabaptistas raros. Allí se diluyó mi primer amor.

Hoy creo que el juicio me abandona como las marejadas. Todo es tan diferente. Ayer empecé el último año y sé que ya no volveré jamás a comenzar de nuevo Historia.

Hoy
empieza su fin.

27.8.08

You have never been in love

"You have never been in love, until you've seen the stars reflected in the reservois. And you have never been in love, until you've seen the dawn rise, behind the home for the blind".
Morrisey (The First on the gang to die)

Entonces la miró. Y todo siguió igual pero de diferente manera. No había parques, ni estanques de patos que parecen bocinas. Tampoco existían las riñas de las parejas, ni las lágrimas de las viejas al recordar a sus difuntos. Ya no había de eso en sus ojos. Todo era igual pero diferente.
En el recóndito lugar donde se alejó había un bar donde servían salmorejo cordobés. Se sentó a pedir un tinto blanca y la camarera le sonrió sin esfuerzo. Al lado de su mesa había una pareja y un chico. Ella era morena y llevaba una falda morada con tonos claros y blancos. Era tan parecida a aquella que conoció que tuvo que sorprenderse mirándola largo rato. Los chicos hablaban de política y respondían preguntas lanzadas al aire por algunos filósofos de antaño...
Era una paraje desolador. Aquel vacío en la ciudad... aquella melancolía... Y era eso tan encantador que enternecía a los más calurosos. Andalucía era para él como un descanso del mundo conocido, como un avatar que defender, con la sensación de un guerrero antes de pelear por nada y por nadie. Era, al fin y al cabo, un bohemio.

Los días pasaban sin noticias de aquello que dejó atrás. Nunca jamás volvería a enamorarse de los imposibles. Era algo que había decidido mientras dormía aunque al despertar lo olvidara y haciendo volver al Amor con alas de unicornio. O la fantasía o la realidad y se quedaba con la imaginación de imaginarse, fantaseando con su propia imaginación. Era tan surrealista.

Cogió un tren hasta Sevilla, luego a Cádiz y después a Granada. En Ronda estuvo sólo contemplando los cerros que se peleaban por ser más vistosos. La Alhambra no era como entonces la recordaba. Allí dio con respuestas equivocadas porque no se puede huir eternamente.

La encontró en la plaza del frankfurt donde iban siempre. Entonces la miró y todo seguía igual pero de diferente manera. Ella nunca lo había querido y él, como siempre, seguía queriéndola. Pero todo le parecía más irrisorio, más insignificante. Se había conformado.

Le confesó que había estado viajando por Andalucía... Le dijo que el mar no es igual en cualquier parte del mundo... Le habló de los caminos de piedra, de murallas antiguas, castillos convertidos en museos, de marineros en tierra... de cosas sin importancia. Ella seguía sus historias sin pestañear. Y fue entonces cuando la miró...

"Hasta que no veas las estrellas reflejadas en los estanques no vas a enamorarte nunca de mí".-le dijo.

"Hasta que no veas la luz del sol entrar por las persianas de tu casa nunca vas a dejar de estar enamorado de mí".- le contestó ella.

Para mis niños, que me acompañaron por tierras andaluzas que inspiran esta historia. Os quiero ;)

2.7.08

En mi memoria


Para quién anda conmigo...


El rompecabezas tenía 4 partes:

La primera era disponer del tiempo necesario para saltar corriendo por la ventana de su cuarto y rodar como una croqueta por la hierba espesa hasta caer a algunos pies que se compadecieran del mundo como lo hacía ella.

La segunda tenía que ver con las manecillas de los relojes. Eran com arañas que se infiltraban en sus venas para arrastrarla al deseo de seguir adelante con desazón.

La tercera discurría en los ojos de su amado, que no eren ni verdes ni rojos ni amarillos, sino negros, llenos de la oscuridad de los abismos que le habían separado de él.

Y la última parte acontecía entre el amanecer del antaño y el pasado que se escapa día a día.

Quién sabe, mi amor... cuando tú dejas abierta la puerta de la imaginación se escapan estos rompecabezas, estos sueños que son ilusiones que se vuelan. La literatura está en mi memoria como un recoveco escurridizo. Y tú que formas parte de ahí, de esos adentros y que logras día a día aparecer y atravesar cada descuido de mi infortuna con tu inmensa alegría, me pregunto, si será verdad que existen rompecabezas para poder hablar del amor.

Los hay, este cuento es uno de ellos :)