21.4.09

A los que se quedaron conmigo


A ti, que nunca me dejaste atrás,

Los años de infortunio, los terribles desayunos con azúcares mundanos, el atardecer sin un ápice de lluvia. ¿Esperabas escribir un regreso? Jamás.-habías dicho y todos te creímos. Hasta el más tonto se podía haber creído semejante estupidez. Pero ¿y qué?

Condenamos a las gentes que nos abandonan sin remedio, que un día giran la espalda y siguen durmiendo tranquilos. Y encima los añoramos, porque echamos de menos el ruido que hacían con la boca o aquel trozo de mirada que te agudizaba los sentimientos. O las frases de: ¡no te escapes! Y sin embargo, fueron ellos que no quisieron verte más.

Sí. Tristeza es lo que abunda en estos parajes de insomnio inpenetrable. Cuando tú duermes, alguien debe pensar en ti dormido. Aunque qué más da si estás dormido y sueñas que alguien piensa en ti durmiendo. Eso no justifica que se marcharan, que te marcharas.

Siempre los condenamos porque los quisimos mucho. Y nadie retroalimenta tanto como el que te dejó en la estacada por el simple hecho de verte en la estacada. Debe ser agotador perseguir al que te persigue y rondar las noches sin luz con una linterna apagada.

Porque quiero decir lo que digo... A los que se quedaron conmigo...Porque digo lo que digo si en el rumbo de la vida estamos con ese jamás que nos prometieron y... sin embargo... el ¡no te escapes! se convirtió en olvido.