19.12.08

Historia del abandono


Te conocí el día en que ibas a dejar a tu amante. Le ibas a decir que no querías más ojos azules, ni un chico rubio, ni una moto en la que subirte detrás. Le estabas amando con los días contados hacia atrás: quatro, tres, dos, uno y ya. No hubo más.

Yo me dirigí a ti con una sonrisa, te dije ¿qué tal?¿Te sentó bien el verano? Pero tú no me recordabas e hiciste una mueca con la boca. Mientras subías las escaleras de clase murmurabas palabras de enfado y decepción hasta que llegaste al segundo piso, donde daban las clases, allí te paraste para esperarme. Yo sabía tu respuesta no, no quiero tus condolencias.

No pensaba dártelas. Al cabo de un mes ya tenías otro amante: de ojos azules y mirada perdida como a ti te gustaba. Era rubio y tenía una moto para que tú fueras detrás. Y cuando yo te observaba al pasar me decías es mejor que cualquier otro.

Y no lo era. Era igual que todos, que los de tu imaginación o como aquellos que no conociste. Todos eran de igual modo y todos acaban de igual manera no estoy hecha para amar.

Años más tarde, cuando ya todos trabajábamos, te encontré en un pasillo del metro. Aquella visión de tenerte delante, apunto de cruzarte conmigo, me recordó el pequeño vacío de existencia que me provocabas en la Universidad. Yo no era rubio, ni tenía ojos azules y odiaba las motos.

Cuando al fin nos cruzamos miraste al suelo. Ya no eras aquella chica triste, pero seguías murmurando. Y entonces lo oí, sin que te dieras cuenta, aquella palabra que me quedó en mi consciencia, hasta hoy que te escribo para liberarme de tus cuentas.

No sé porqué lo dijiste, pero entonces te entendí. Tu Historia fue el abandono.