<...el tiempo tremendo invento sabandija...> A.C.
Hubo una vez alguien que no tuvo nombre, pero que lo apellidaban Márquez. Aquel hombre nació sin recuerdos y por eso olvidaba todo lo que le sucedía. Pensaréis que es rídiculo vivir así, pero Márquez se alegraba, puesto que en cada ocasión, en cada pregunta, en cada mirada o en cada conversación él era una persona diferente. Había sido alcalde, cazador, se había casado tres veces, había tenido ocho hijos de los que sólo sobrevió uno. Hubo un tiempo que era boxeador profesional y otras veces periodista, abogado, cantante frustrado o simplemente telegrafista. Todos pensaban que estaba loco e interactuaban con él asegurando que estaba loco.
Márquez trabajó durante un tiempo en el puerto. Cargaba miles de cajas de pescado llevandólas en la espalda, cargandólas con las manos, arrastrándolas con los pies. Poco a poco su conciencia pasó a no existir y dejó de inventarse profesiones y cuando la gente le pregunta Márquez qué trabajo tienes, él sólo contestaba ya no me acuerdo. Los olvidos se hicieron más profundos y el hombre que había sido, risueño, hablador, se convirtió en una especie de neblina que lo hacía desaparecer de la vida de todos.
El día de la fiesta de la Salud, todo el mundo se preguntó dónde se había ido Márquez. Se creía que había desaparecido hacía ocho semanas, pero no se le había dado importancia. Empezaron a buscarle, en el puerto, en la comisaría, en los bares de siempre... Se había marchado, decían.
Tres meses después de su búsqueda, Márquez apareció abrazado al mastil de un velero abandonado. Todo el mundo pensó que se había vuelto loco de remate y que murió pensando que era de verdad un capitán de barco. Todos ríeron y no le celebraron ningún funeral. Y todo siguió igual...
...o peor.
Márquez trabajó durante un tiempo en el puerto. Cargaba miles de cajas de pescado llevandólas en la espalda, cargandólas con las manos, arrastrándolas con los pies. Poco a poco su conciencia pasó a no existir y dejó de inventarse profesiones y cuando la gente le pregunta Márquez qué trabajo tienes, él sólo contestaba ya no me acuerdo. Los olvidos se hicieron más profundos y el hombre que había sido, risueño, hablador, se convirtió en una especie de neblina que lo hacía desaparecer de la vida de todos.
El día de la fiesta de la Salud, todo el mundo se preguntó dónde se había ido Márquez. Se creía que había desaparecido hacía ocho semanas, pero no se le había dado importancia. Empezaron a buscarle, en el puerto, en la comisaría, en los bares de siempre... Se había marchado, decían.
Tres meses después de su búsqueda, Márquez apareció abrazado al mastil de un velero abandonado. Todo el mundo pensó que se había vuelto loco de remate y que murió pensando que era de verdad un capitán de barco. Todos ríeron y no le celebraron ningún funeral. Y todo siguió igual...
...o peor.