Mi amigo hoy cumple 26 años. Él no lo sabe, pero cada día nos salva la vida a unos pocos y siempre que cumple años se siente un poco más lejos de si mismo. Pero siempre está cerca.
Tiene prisas de condenado y sueña sin pensarlo. La reflexión más temprana de sus mañanas es por qué la melancolía se instaló aquí, aquí- y se señala el corazón. Tiene prisas de condenado, lo sabe, pero no tira la poesía por la ventana, no la oculta, no la encierra. Ansía la alegría, aborrece la desdicha. Está siempre cerca.
Dice que odia a Moebius, no porqué no la entienda, sólo la odia porqué le recuerda a él. Piensa (equivocadamente) que la vida le devuelve al mismo punto de donde partió y grita a los cuatros vientos que no logra por un instante quedarse en el mismo sitio. Vaya donde vaya, mi amigo siempre está cerca.
Los cafés con leche le permiten arrimarse a la consciencia cuando los sueños le intentan comer la cabeza, se parece a Urano tan cerca de la Tierra... Siempre hay cerca algo de él en ti.
A veces pienso que nació en una trinchera. Siempre defendiéndose. Se defiende hasta de sus sentimientos. Pero con esa ansia de defensión te arrastra a quererlo aún más, porque te siente, te engulle, te libera. Una vez baja la guardia y entierra el hacha de guerra, es tu oportunidad para decirle amigo rismki, ya sabemos que hay detrás de tu trinchera.
¡Felicidades! Y que estés siempre cerca. Un besillo revolucionario.
2 comentarios:
¡Que bueno!
Dada la alusión a la banda de Moëbius sólo decir que la vuelta al mismo punto implica poner la cabeza sobre los pies y los pies sobre la cabeza, esto es, ¡invertir el mundo!
Por lo demás, sumarme a todo lo que dice Shelley, yo también siento lo que ella siente, es decir, me hago participe de su sentir.
Un abrazo.
Gràcies! :)
Me ha gustado mucho. Me siento muy identificado con lo que escribes de mi. Lo imprimiré para colgarmelo aquí y tenerlo cerca...
PD: No a Moëbius!
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