- LE PIDEN A LA VIDA MÁS DE LO QUE ÉSTA LES OFRECE.
José Agustín Goytisolo (Así son, de Bajo Tolerancia)
Un café, una mujer de espaldas y el incesante olor de los recuerdos. Las canciones de Andrés o de cualquiera sonaban sin ton ni son, con un volumen inapropiado para ellas, repletas de gritos y compases inútiles. Cuando ya no se sueña. Eso es la pena.
Mujer, tú, que eres una mujer perdida, una persona que se perdió en los caminos pordioseros, venideros y acreedores de las penas, que nos condenan a las apariencias, que no logran disuadirnos de las locuras, que nos entierran en vida y cogen las reminiscencias del pasado. Tú, que te has pasado la existencia queriendo a quien fuera y no ha habido comprensión del amor que sentías, prefiriendo callar a chillar, permanecer a fluir, rendirte a luchar. ¡Qué lograste! Dime, mujer de mil mujeres, ¿qué abandonaste?
Tu respuesta la hallé en los ojos de los demás. Cuando tu marido acariciaba el largo y suave pelo de otra y te mentía soñando tus ilusiones y queriéndote a medias por las calles atroces de mentiras. Te traía cruasanes de chocolate y miradas opacas, casi las podías tocar, ¿te acuerdas? – Y tú sólo llorabas por qué sabías que tu hijo nunca conocería a su padre-. Tú, que habías aprendido a hablar con pronombres y dabas todo por nada y ese todo era para nadie. Para nadie, para nadie, ¡Dios! Para nadie…
Mírate. ¡Qué cosa más linda! ¿De qué astro te caíste, mujer? ¿Con qué caricia vas a matar? No te pierdas más, vuelve al camino aprendido. Vuelve al regreso infinito. Si uno sufre es por que algo ha hecho bien, por que la vida está bien hecha. Nada se consiguió fácilmente, debes comprender que todas fueron Julia alguna vez, nada se consiguió fácilmente. Fíjate. ¡Cómo has cambiado el mundo!
Tenías catorce años y te sentías incomprendida. Tú, sin ser muchacha eras mujer. Te perseguían las ganas de llorar y de escribir. Escribías en la mente de los demás consejos que sólo escuchaban los necios. Tenías catorce años y más de un millón de esperanzas. Y no todas se las llevó el carajo.
Tus pasiones ¡madre mía! ¿quién se acuerda de tus pasiones? El pelo castaño, las zapatillas de color rosa. Tú y tus pasiones. No confesabas todo lo que sabías por miedo a olvidarte de lo que hablabas. Eso era lo mejor, la manera que tenías de ser una loca que hablaba con los árboles cuando se sentía sola porque era lo único que había al mirar por la ventana. Da igual si no te comprendieron entonces, da igual sino lo hacen ahora. Tú eres de otro mundo. Del mundo al que se quiere mudar Gabriel.
Por favor mujer, que no te convenzan de otra cosa, importas más de lo que se piensa.
A I.M. Las historias de los perdidos se acaban aquí, creo que ya me atreví a hablar de mi sin tapujos.
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2 comentarios:
Una lástima que sea el último ya... :(
Quizás escriba ahora sobre personas encontradas, que ya va siendo hora :)
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