1.5.08

Un sólo error



Si la historia que explico a continuación es capaz de sugerirte unas irreverentes ganas de gritar me daré por satisfecha. Esto me llegó anoche en correo urgente . Tuve que hacer una firma con mi nombre al cartero y desearle las buenas noches. Creo que ya no existe nada en este mundo que pueda aumentar un autoexilio tan demoledor como esto. Espero que tú, sepas explicarme esto...

1 de Mayo de ....

No, no pienso ir, ni hoy ni nunca. He decidido abandonar nuestra lucha, nuestra bandera y nuestras ideas. No quiero pensar en ti, ni en los hijos que no hemos tenido. No. Esa es mi decisión y no habrá otra que cambie el devenir. Cuando leas estas palabras yo habré borrado un pasado, aunque no signifique nada, lo habré convertido en las espaldas de un desconocido, en polvo arrinconado, ni siquiera será digno de llamarlo olvido. Trata de aprender de esto, cariño.

Ayer entendí el sentido, el puro sentido. No sé cómo... Intento ser breve porque no voy a escribirte cinco páginas como hizo el sr. Chamizo para desearte buena suerte en la vida. Intento que lo comprendas, amor mío. Quiero por una vez en la vida que me escuches y que me entiendas. No mires a un lado, no me llames débil o cobarde, no me creas un triste, por favor te lo pido. Ayer vi en tu mirada algo que me alcanzó y entonces fue cuando lo dijiste, ¿lo recuerdas? Dijiste
tú no estás preparado para vivir esto. Y es verdad, ¡NO LO ESTOY! Y es algo irrisorio decirlo tan banalmente como tú lo hiciste.

El porvenir de nosotros es lo que respaldó esa frase, porque queríamos formar una familia, queríamos luchar por unas ideas y yo no q-u-i-e-r-o, no estoy preparado para perderme en un laberinto, amor de mis amores. La fragancia de tu rostro por la mañana, el paseo por las calles de los bares donde vamos a tomar una copa. Eso es precisamente.
No puedo quererte y no lo sé aún. Recibe esta carta muy a pesar mío por no poder entregártela en persona.
Sólo quería romperte el corazón sin llegar a destrozarlo del todo. Es la única forma de que por fin puedas entenderme.


Adiós, corazón, la culpa amor, no es siempre de los demás.
Tuyo siempre,
A.

Sí, lo mismo pensé yo.
Alguien me entregó esta carta en el bar donde comemos los jueves, el bar con nombre de trampolín, eso... Tivoli, no me acordaba. Por un momento dudé cuando el cartero interrumpió en la cena. Cuando la leí quedé destrozada. Me pareció convertirme en esa persona a la que iba destinada la carta. Un sólo error, quizás mi peinado o mi modo de hablar, quizás la chaqueta roja o el humo del cigarro hizo pensar al mensajero que yo era esa chica a la que iban a abandonar. Ese tal A. jamás sabrá el dolor que causó en mí y no en su verdadero amor, puesto que, aunque fuera por error, por un momento me sentí como si fuera ella...

¡Imagínate que horror! ¡Oh qué humanidad!...

8 comentarios:

Edmundo V dijo...

¡ Trate el ajuar para casa ! ;)

Roser dijo...

Pero... ¿entendiste el cuento? ¿O no?

Edmundo V dijo...

No lo sé.

Ricard Ribera dijo...

desconcert. impotència.

Ender el Xenocida dijo...

Yo tampoco.

Tigre de Papel dijo...

M'agrada el text. Una mica raru i depriment.

Estaràs per BCN alguna tarda?

Ricard Ribera dijo...

per cert, informo que he intentat llegir cien años de soledad i l'he abandonat per infumable.

Shelley dijo...

Bueno Ricard és una opinió... Però l'hauries d'haver acabat pq el que és infumable és no llegir-lo (la meva opinió.