"You have never been in love, until you've seen the stars reflected in the reservois. And you have never been in love, until you've seen the dawn rise, behind the home for the blind".
Morrisey (The First on the gang to die)
Morrisey (The First on the gang to die)
Entonces la miró. Y todo siguió igual pero de diferente manera. No había parques, ni estanques de patos que parecen bocinas. Tampoco existían las riñas de las parejas, ni las lágrimas de las viejas al recordar a sus difuntos. Ya no había de eso en sus ojos. Todo era igual pero diferente.
En el recóndito lugar donde se alejó había un bar donde servían salmorejo cordobés. Se sentó a pedir un tinto blanca y la camarera le sonrió sin esfuerzo. Al lado de su mesa había una pareja y un chico. Ella era morena y llevaba una falda morada con tonos claros y blancos. Era tan parecida a aquella que conoció que tuvo que sorprenderse mirándola largo rato. Los chicos hablaban de política y respondían preguntas lanzadas al aire por algunos filósofos de antaño...
Era una paraje desolador. Aquel vacío en la ciudad... aquella melancolía... Y era eso tan encantador que enternecía a los más calurosos. Andalucía era para él como un descanso del mundo conocido, como un avatar que defender, con la sensación de un guerrero antes de pelear por nada y por nadie. Era, al fin y al cabo, un bohemio.
Los días pasaban sin noticias de aquello que dejó atrás. Nunca jamás volvería a enamorarse de los imposibles. Era algo que había decidido mientras dormía aunque al despertar lo olvidara y haciendo volver al Amor con alas de unicornio. O la fantasía o la realidad y se quedaba con la imaginación de imaginarse, fantaseando con su propia imaginación. Era tan surrealista.
Cogió un tren hasta Sevilla, luego a Cádiz y después a Granada. En Ronda estuvo sólo contemplando los cerros que se peleaban por ser más vistosos. La Alhambra no era como entonces la recordaba. Allí dio con respuestas equivocadas porque no se puede huir eternamente.
La encontró en la plaza del frankfurt donde iban siempre. Entonces la miró y todo seguía igual pero de diferente manera. Ella nunca lo había querido y él, como siempre, seguía queriéndola. Pero todo le parecía más irrisorio, más insignificante. Se había conformado.
Le confesó que había estado viajando por Andalucía... Le dijo que el mar no es igual en cualquier parte del mundo... Le habló de los caminos de piedra, de murallas antiguas, castillos convertidos en museos, de marineros en tierra... de cosas sin importancia. Ella seguía sus historias sin pestañear. Y fue entonces cuando la miró...
"Hasta que no veas las estrellas reflejadas en los estanques no vas a enamorarte nunca de mí".-le dijo.
"Hasta que no veas la luz del sol entrar por las persianas de tu casa nunca vas a dejar de estar enamorado de mí".- le contestó ella.
Para mis niños, que me acompañaron por tierras andaluzas que inspiran esta historia. Os quiero ;)
3 comentarios:
Una historia muy bonita.
Besoooooooooo ;)
Que bonita es esta historia de Gunter!
Un besillo ;)
Arriba no abajo...
A veces no vale la pena escribir... Gunter tiene razón. Arriba noo abahoo abahoo
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